Según el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) nos quedan apenas 10 años para realizar cambios sustanciales que eviten la peor parte de la catástrofe climática.
¿Qué tipo de cambios y por qué?
Se trata esencialmente de cambios que atañen nuestro modelo de vida excesivamente consumista, así como cambios significativos en los modelos productivos, económicos y energéticos que rigen nuestro mundo actual.
Nuestra manera de vivir, consumir y producir nos ha llevado a desconectarnos de la naturaleza y a tratarla como un recurso que explotar sin límites. La falta de armonía y la desconexión entre una gran parte de la humanidad y la naturaleza ha desestabilizado el ecosistema terrestre hasta el punto del colapso.
Es preciso reestablecer el equilibrio, el respeto a la flora, fauna y los recursos de nuestro planeta. Es preciso tomar consciencia de que la naturaleza no es una entidad separada de nosotros, sino que formamos parte de ella.
¿Cuál es nuestra labor como seres humanos?
Las extraordinarias habilidades que hacen destacar al ser humano de entre los demás animales que pueblan este mundo nos otorgan la responsabilidad moral de convertirnos en guardianes y protectores de la tierra y no en sus destructores.
A todos nos gusta identificarnos con el papel de guardián y protector. A nadie le agrada la idea de formar parte del problema. Sin embargo, al igual que ocurre con temas sociales como el racismo y la homofobia; la pasividad, el conformismo, el silencio y la inacción ante actos y palabras que van en contra de nuestros valores es lo que hace y permite que determinadas situaciones sigan ocurriendo y que determinados pensamientos y actos sigan siendo socialmente válidos.
Te invito a reflexionar sobre cómo sueles reaccionar cuando se te presentan las siguientes tres situaciones:
1. Alguien en tu grupo de amigos anuncia que ya no quiere consumir carne, porque le preocupa no solo el bienestar animal, sino también la destrucción forestal y las emisiones de CO2 que genera la ganadería industrial.
Indiferentemente de tu propia forma de alimentación, ¿a qué se asemejaría más tu reacción?
a) Haces algún comentario al estilo: “No fastidies. ¿Te has convertido en hippie? Déjate de tonterías y prueba este trocito de jamón.”
b) No dices ni opinas nada al respecto.
c) ¿De verdad? Qué bien. Respeto mucho tu decisión. Supongo que no es algo que siempre resulte fácil, por lo que admiro tu determinación y compromiso.
2. Durante una excursión al campo, uno de los integrantes del grupo con el que estás hace una bola con el papel de aluminio que envolvía su bocadillo y la tira hacia un matorral.
¿A qué se asemejaría más tu reacción?
a) Le aplaudes y/o también haces una bola con el envoltorio de tu bocadillo para tirarla aún más lejos que esa persona.
b) No dices ni haces nada al respecto.
c) Le llamas la atención.
3. Tus padres compran regularmente agua en botellas o bidones de plástico, porque no les gusta tomar el agua del grifo.
¿A qué se asemejaría más tu reacción?
a) Me parece bien. Yo hago lo mismo.
b) Soy consciente de que no es lo óptimo, pero aun así no digo nada.
c) En caso de que en mi zona la calidad del agua del grifo sea buena, les informo sobre ese hecho. De lo contrario, les envío artículos con información sobre el tema (como por ejemplo este: ¿Cómo beber agua sin utilizar plásticos?)
Según la regla 20-60-20, la tendencia general es que cuando hay alguna situación que requiera un cambio se suelen distinguir tres grupos: aproximadamente un 20% de la población tenderá a obstruir o boicotear el cambio, un 60% entiende más o menos la importancia del cambio, pero tiene dudas o una actitud pasiva frente a él y el 20% restante toma la iniciativa convirtiéndose en líderes y agentes activos del cambio.
En cuanto a las actuaciones necesarias para limitar el cambio climático y proteger el medio ambiente, te invito a que te formules estas tres últimas preguntas:
1. ¿A qué grupo perteneces a día de hoy?
2. ¿A qué grupo QUIERES pertenecer?
3. ¿A qué estás esperando para ser quien quieres ser? 😉